En una noche oscura, con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía a donde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste Amado con amada amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía.
Quedé y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado; cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.
– Ínfimos y efímeros pero necesarios; sepultados en lo inmenso pero conscientes; perdidos en lo innumerable pero únicos.
Inmersos en la complejidad y en la ambigüedad pero también esencialmente simples;
limitados por todas partes en el hacer y el decir, pero cada uno, en sí mismo, propiamente, misterio;
inacabados por naturaleza y sin cesar perturbados, pero en potencia de cumplimiento.
37
Marcel Légaut
Entregados a las leyes de la materia y de la vida, atados sin remedio a las cadencias de tiempos y lugares, pero libres y responsables en nuestro mismo centro.
Sometidos a la desgracia, destinados a la muerte, pero llamados a ser.
Solitarios entre solitarios, codeándonos más que conociéndonos, pero en camino hacia la unidad.
Improbables desde el nacimiento,
siempre más improbables durante el crecimiento.
Tanteando frente a lo inextricable, tropezando ante lo imposible,
sin cesar inclinados hacia el menos ser...
Por la fe y la fidelidad,
en medio de todo lo que se disipa, existimos en la estabilidad;
en medio de todo lo que se corrompe, llegamos a ser con seguridad.
38
PLEGARIAS DE HOMBRE
– Herederos de una labor inmensa, visitados por una presencia
que no manda sino que llama, empujados, levantados, solicitados, alzados por encima de nosotros mismos, emergiendo de la servidumbre, alcanzando la libertad,
obreros de un porvenir sin fin, inseparable de Ti, mi Dios, nosotros Te magnificamos.
Cualquiera que sea nuestro destino, incluso miserable, incluso trágico, si somos, es para tu plenitud.
Ella es nuestra beatitud.
Cuando seamos puramente nosotros mismos, ocupando nuestro lugar en lo real,
más allá del hacer y del parecer,
de los placeres y de los sufrimientos,
de los deseos y de los proyectos,
de las preocupaciones y de las angustias, compartiremos la alegría de ser
con el conjunto de los vivientes
que van más allá del apetito de vivir, esos ecos de tu felicidad,
– Padre –
39
Marcel Légaut
Para creerlo de verdad,
a pesar de todo lo que lo niega,
danos la fuerza de llevar,
en tu presencia,
nuestras miserias con dignidad,
nuestra grandeza a pesar de nuestra pobreza, nuestro ser en devenir en su autonomía,
en el seno de las contingencias,
a lo largo de la vida.
Que nuestra fe, en su desnudez, por su arraigo en nosotros, aventaje a nuestra ceguera.
Que nuestra palabra, en su verdad, por su acción en nosotros,
Con relación al capítulo en curso me anima Patrícia del Rosario a enviaros unos textos que hemos compartido y alguna cancioncilla más, para guardar, meditar despacio y obtener esa estética que se halla por ventura, ahí van…
👌👏👏👏persiguiendo quimeras algunos encuentran…
En una noche oscura, con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura, por la secreta escala, disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía a donde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste Amado con amada amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía.
Quedé y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado; cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.
https://youtu.be/VJUBMbUSxjg?si=JTodgh_hwCo9tcKj
Si un humano centrado en si mismo, ampliando su conciencia de ser al infinito, se hace creador.
Como escribe Rilke, porque lo amaron, llegó a ser. La fantasía se alimenta de posibilidades, de fuerza creadora.
De Marcel Légaut, plegarias de hombre.
– Ínfimos y efímeros pero necesarios; sepultados en lo inmenso pero conscientes; perdidos en lo innumerable pero únicos.
Inmersos en la complejidad y en la ambigüedad pero también esencialmente simples;
limitados por todas partes en el hacer y el decir, pero cada uno, en sí mismo, propiamente, misterio;
inacabados por naturaleza y sin cesar perturbados, pero en potencia de cumplimiento. 37
Marcel Légaut
Entregados a las leyes de la materia y de la vida, atados sin remedio a las cadencias de tiempos y lugares, pero libres y responsables en nuestro mismo centro.
Sometidos a la desgracia, destinados a la muerte, pero llamados a ser.
Solitarios entre solitarios, codeándonos más que conociéndonos, pero en camino hacia la unidad.
Improbables desde el nacimiento,
siempre más improbables durante el crecimiento.
Tanteando frente a lo inextricable, tropezando ante lo imposible,
sin cesar inclinados hacia el menos ser...
Por la fe y la fidelidad,
en medio de todo lo que se disipa, existimos en la estabilidad;
en medio de todo lo que se corrompe, llegamos a ser con seguridad.
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PLEGARIAS DE HOMBRE
– Herederos de una labor inmensa, visitados por una presencia
que no manda sino que llama, empujados, levantados, solicitados, alzados por encima de nosotros mismos, emergiendo de la servidumbre, alcanzando la libertad,
obreros de un porvenir sin fin, inseparable de Ti, mi Dios, nosotros Te magnificamos.
Cualquiera que sea nuestro destino, incluso miserable, incluso trágico, si somos, es para tu plenitud.
Ella es nuestra beatitud.
Cuando seamos puramente nosotros mismos, ocupando nuestro lugar en lo real,
más allá del hacer y del parecer,
de los placeres y de los sufrimientos,
de los deseos y de los proyectos,
de las preocupaciones y de las angustias, compartiremos la alegría de ser
con el conjunto de los vivientes
que van más allá del apetito de vivir, esos ecos de tu felicidad,
– Padre –
39
Marcel Légaut
Para creerlo de verdad,
a pesar de todo lo que lo niega,
danos la fuerza de llevar,
en tu presencia,
nuestras miserias con dignidad,
nuestra grandeza a pesar de nuestra pobreza, nuestro ser en devenir en su autonomía,
en el seno de las contingencias,
a lo largo de la vida.
Que nuestra fe, en su desnudez, por su arraigo en nosotros, aventaje a nuestra ceguera.
Que nuestra palabra, en su verdad, por su acción en nosotros,
afiance nuestros pasos
por el camino del ser.
Con relación al capítulo en curso me anima Patrícia del Rosario a enviaros unos textos que hemos compartido y alguna cancioncilla más, para guardar, meditar despacio y obtener esa estética que se halla por ventura, ahí van…