▶️ Nietzsche sostiene que hay una historia del error, en la cual llega la hora del mediodía, la hora en que la sombra es más corta y la luz (la lucidez) genera más dolor, cuando los ojos la rechazan. Nadie es capaz de saltar su propia sombra, pero es al mediodía cuando más nos acercamos a hacerlo; una de las imágenes para explicar el ocaso y la necesidad de sucumbir a él. A la larga, lo que llega al ocaso es la verdad en sí misma, la verdad como tal. Con la sombra, Nietzsche personifica y singulariza los pensamientos que nos asaltan. A partir de eso, se establece un diálogo del sujeto con sus propios pensamientos.
— El caminante: (…) Sabrás que amo la sombra tanto como amo la luz para que haya belleza del rostro, claridad del habla, bondad y firmeza de carácter, la sombra es tan necesaria como la luz. No son antagonistas, más bien se tienen amorosamente de las manos y cuando la luz desaparece, la sombra escapa tras ella.
— La sombra: Y yo odio lo mismo que tú odias: la noche; amo a los hombres porque son discípulos de la luz, y me deleita el brillo de sus ojos cuando conocen y descubren, infatigables conocedores y descubridores. Esa sombra que todas las cosas muestran cuando la luz solar del conocimiento cae sobre ellas, esa sombra soy yo también.
Friedrich Nietzsche. “El caminante y su sombra”, segunda parte de Humano, demasiado humano.
▶️ La hostilidad que muestra Nietzsche hacia la moral es una reacción frente a la represión que representa. Lo que más le inquieta es la relación ilegítima de la moral con la verdad, porque permite que se legitime una en nombre de la otra. Él propone romper los lazos entre la verdad y la moralidad.
(…) ¿Qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Acaso puede percibirse alguna vez como si estuviera expuesto en una vitrina iluminada? ¿No le oculta la naturaleza las cosas más importantes, incluyendo sus propios procesos fisiológicos, de modo que queda sumido y encerrado en una conciencia soberbia y engañosa, sin saber nada de las circunvoluciones de sus intestinos, ni de su rápida circulación sanguínea, ni de las complejas vibraciones de sus fibras nerviosas?
La naturaleza arrojó la llave de ese recinto, y ay de aquel que, movido por una funesta curiosidad, se ponga a mirar por una hendidura lo que hay fuera de esa celda que es la conciencia, y vislumbre sobre qué está construida, porque descubrirá que el hombre en su ignorante indiferencia, duerme aferrado a sus sueños sobre el lomo de un tigre; es decir, sobre un fondo de crueldad, codicia e instintos insaciables y homicidas.
¿De dónde iba a surgir en semejantes condiciones el impulso hacia la verdad?
Friedrich Nietzsche. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
Creo que Nietzsche desconfía de la noción de verdad absoluta, propone que nuestras creencias y conocimientos son construcciones humanas.
La verdad es más una herramienta práctica más que una realidad objetiva.
Es exigente y nos invita a cuestionar nuestras certezas y a reconocer la creatividad en nuestra percepción del mundo.
¿Pero al pensar que la verdad es una construcción arbitraria, no se estará poniendo en contra del conocimiento y la ciencia?
Lo que está claro es que su crítica es valiosa al recordarnos que nuestras percepciones están siempre marcadas por nuestras limitaciones humanas y culturales. Y que hay que procurar estar muy despierto y mantener una actitud crítica constante y creativa.
¿Pero entonces cuál es la Verdad válida?
Ese diálogo con su sombra tiene algo de delirante...eso es lo que arrastra consigo Nietzsche, el parecer a veces un genio visionario y otras un loco ...siempre desafiante para el saber establecido y contrario a una verdad instrumentalizada
"En los últimos tres siglos se ha promovido la ciencia porque, en parte, con ella y a través de ella se esperaba entender mejor la bondad y sabiduría de Dios -era el principal motivo en el alma de los grandes ingleses (como Newton)-; en parte porque se creía en la absoluta utilidad del conocimiento, especialmente en la íntima asociación de la moral, el saber y la felicidad -era el principal motivo en el alma de los grandes franceses (como Voltaire)-; en parte, porque se opinaba que en la ciencia se tenía y se amaba a algo desinteresado, inofensivo, que se bastaba a sí misma y era verdaderamente inocente, en la que no participaban en absoluto los instintos malvados del hombre; era el principal motivo en el alma de Spinoza, que en cuanto cognoscente se sentía a sí mismo divino: por consiguiente, ¡a partir de tres errores!" fragmento del libro primero de La gaya ciencia.