Así empezó la destrucción del mundo.
Fue la última noche antes de la primera mañana. Los creadores de tiempo se hacían llamar, mitad poetas mitad nigromantes. Jugaban toda la noche como niños acaudalados, con esa doble despreocupación por niños y por acaudalados. Sortilegio, ocultismo, hechizos varios, con esas prácticas se deleitaban para huir del abur…
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